“La magia del sur”; Valdivia a través del relato íntimo de Guido Arroyo
Written by EDUARDO ELGUETA on Agosto 18, 2023
Entrevista a Guido Arroyo, autor de novedad La magia del sur.
“El libro se volvió pura desnudez. Es por lejos los más íntimo que he escrito. No creo que vuelva a publicar un libro tan biográfico”.
- El autor y editor Guido Arroyo se incorpora al catálogo editorial con un relato íntimo y sensible sobre su infancia entre bosques y ríos. Dentro de sus páginas incorpora su historia con la literatura, sus ansias de conocer otros entornos y la instrucción religiosa que recibió desde pequeño.
- Surcos del Territorio es una colección de La Pollera Ediciones que tiene como fin mostrar a través de la literatura la crianza en pueblos alejados de la capital, tales como Parral, Coquimbo, Purén y ahora Valdivia.
Un joven llega a estudiar a Santiago y escucha insistentemente la idealización de su ciudad natal: la postal, la acuarela, la “perla del sur”. Después de casi veinte años en la capital, regresa a Valdivia y choca con sus años de educación sentimental. El mundo bautista, el bullying escolar, los libros, el pool, las cartas Magic, un festival de cine gay, una discoteca que “honra” al terremoto más grande de la historia, un museo que ensalza la colonización y una guía personal del Jardín Botánico dibujan una época nebulosa, pero que —en medio de la tempestad— logra aferrarse con humor y gratitud a los rayos aparecidos entre la lluvia.
¿Qué sensaciones te quedaron luego de leer los libros de Surcos del territorio?
—Fascinación, desplazamiento y ganas, muchas ganas, de merodear esos poblados. Especialmente me ocurrió eso con Hija ilustre (Bernardita Olmedo)y En este pueblo hay una casa pequeña y oscura (Vladimir Rivera Órdenes), libros desde costados muy diferentes, me hicieron pensar en la relación con el espacio de adolescencia. Y sobre todo la forma en que se visualiza Santiago cuando uno crece en provincia. Como un espacio de paso, casi obligado, si el entorno donde creciste no es, del todo, estimulante. Ambos, a la vez, me fascinaron. Y no lo digo para quedar bien con el sello, de hecho, tengo antecedentes: los comenté en un podcast. El modo en que Bernardita afronta su “cariño malo” por Purén, y el retrato político que realiza Wladimir, fueron muy reveladores. Diría que una de las razones porque me costó terminar este libro, era el “peso” de volverse compañere de catálogo de ellos.
¿El lugar de origen proporciona identidad? ¿Aporta en algo o solo funciona a nivel discursivo?
—Esa es una pregunta que me atravesó durante todo el proceso de escritura. Y la verdad aún no logro una respuesta que me satisfaga. Creo que, como diría Joseph Brodsky, antes que nada “somos, en parte, agua”. Y el “pensamiento mismo imita al agua en su movimiento”. Por eso considero que la marca de origen del territorio donde une crece, más que cultural, se ancla en los paisajes, en el tejido social que te rodea. Para mi ser valdiviano fue nacer junto al río, experimentar la lluvia como un mantra continuo, jugar en jardines barrosos del barrio Huachocopihue, asistir de forma religiosa a los innúmeros festivales culturales que hacían en Valdivia. Luego viene el relato. El nivel discursivo como dices. Valdivia, por ejemplo, es una ciudad muy de belleza hegemónica. Sobre todo, sin ánimo de ser despectivo, para los santiaguinos que anhelan vivir para allá y habitar “la magia del sur”. Pero si problematizas un poco, se trata de una ciudad con una presencia colona asfixiante. Con raigambres conservadoras complejas. Con limitantes de estímulos de diversa índole. Con pobreza. Con poco trabajo. Algo de eso quise retratar en este libro.
En algún momento de La magia del sur señalas que en tu adolescencia leías un libro en público a modo de escudo social, ¿lo sigues haciendo? ¿O cómo lo ves ahora?
—Lo sigo haciendo. Suelo caminar leyendo, viajar leyendo, almorzar sólo leyendo, etcétera. Si bien tengo fama de un tipo muy sociable, esa habilidad se la debo a mis funciones laborales. Soy, en el fondo, un tipo que disfruta mucho de la soledad. Del silencio. Incluso de carretear solo.
¿De qué manera planificaste la escritura de un libro tan íntimo? ¿Qué tanto de ti se puede leer en esta novedad?
—Al principio elaboré una detallada escaleta que mezclaba escenas biográficas con momentos históricos de Valdivia. Pero cuando comencé a escribir las imágenes íntimas brotaron con mucha fuerza, como si se tratara de un afluente, de una pesada llovizna. Abierta esa llave no pude cerrarla. El libro se volvió pura desnudez. Es por lejos los más íntimo que he escrito. No creo que vuelva a publicar un libro tan biográfico.
¿En algún momento en La magia del sur te desprendiste de tu lugar de editor? ¿Te editaste a ti mismo como lo haces con otros/as autores/as? ¿O cómo convives contigo mismo en tus dos áreas de desarrollo literario?
—Todos los yoes se me mezclan. Más que un “escritor” o un “editor”, me considero un maestro chasquilla del libro. Un trabajador del oficio. Porque estoy en casi todos los aspectos de la cadena (sólo me falta el de imprentero, y ese mundo me fascina). En ese sentido, todos mis roles se mezclan a la hora de escribir. Escribí editándome y me edito escribiendo.
A modo de pie forzado, describe Valdivia en solo una palabra.
—Uy. Imposible.
Lluvia.
Este libro, de hecho, se iba a llamar: tratado sobre la lluvia.